Columna de opinión Escuchar artículo

Ahora, a cara descubierta

EL CORRUPTISMO

Ahora, a cara descubierta

EL CORRUPTISMO


                                                                  Por Eduardo Salleras
                          

  Corrupción ha existido siempre, pero tal vez nunca lo haya hecho de una manera tan abierta, como parte de un sistema legítimo. 
  En el último tiempo, especialmente en América Latina y en particular, en la Argentina, nace el “corruptismo” como forma de gobierno de la cosa pública.

  Corruptismo: es el modelo político que utiliza el poder para robarle al pueblo, enriquecerse y corromper a la sociedad a la vista de todos; patrón social basado en la estafa ideológica a las masas, prostituyendo a las instituciones y privando al pueblo de su bienestar.

  Sabemos que puede venir en envase populista, socialista, progresista, o sea, muy afín a las izquierdas, pero también se ha visto alguna versión en las derechas populares.
  Su lema es: “cuanto peor, mejor”.
  La sabiduría de las masas, nos dieron, en el último cuarto de siglo, lo peor de la historia argentina, implementando el “corruptismo” oculto detrás de una oferta popular. Y fue ese movimiento el que derrocó a un gobierno institucional en defensa de infectos intereses particulares de los miembros de esa cofradía creada para robar y estafar al pueblo. Que no son solamente los abominables dirigentes sociales, sindicales y políticos, sino que hay un entramado empresarial interesado para que ello continúe, de hecho, el derrocamiento del gobierno de De la Rúa, no tuvo nada de social y sí, de cambios monetarios para favorecer a la elite económica.
  Esas conductas cívicas impulsadas o manipuladas por el “corruptismo”, hoy ponen en tela de juicio al mismo régimen democrático, totalmente entregado a la demagogia y a la dádiva de la miseria; y si hablamos del sistema Republicano, única modalidad que puede garantizar el funcionamiento correcto del gobierno elegido por el pueblo, hoy el “corruptismo” ya infectó a sus tres poderes.  
  Son los corruptos, los que hoy anuncian sin pudor, a cara descubierta y a viva vos, apenas comienza un gobierno que al menos propone algo diferente o lo contrario a los intereses de la calaña, que lo van a derrocar… y nadie reacciona, nadie se escandaliza… y una parte de la ciudadanía está de acuerdo… porque el “corruptismo” ya no necesita esconderse o maquillarse detrás de un discurso popular, logró impregnarse en un sector de la gente que admira, consiente y aspira pertenecer a esa casta inmunda.
  Porque el trabajo sucio ya está hecho y funciona solo, para ello fue necesario contaminar a la sociedad, es por eso que hoy convivimos entre la perversión y sustracción de menores, trata de blancas, narcotráfico… sin demasiado asombro en la ciudadanía, como tampoco ha reaccionado a la imposición de los llamados nuevos colectivos, que atenta contra la cultura y la tradición argentina, contra el sentir de la mayoría, metiéndose incluso en la educación de nuestros hijos, en la vida de los niños y adolescentes de la nueva generación.
  El “corruptismo”, para poder imponerse como alternativa política, debía envenenar a la comunidad en su carácter, minar las energías y la capacidad para producir y generar sustento propio, derrotar a la esperanza en sí mismos… porque, la nueva casta de la desventura, los llamados: “planeros” de los movimientos sociales, son parte esencial de la inmoralidad generalizada, utilizando el soborno como moneda a cambio de nada, o mejor dicho: de permanecer conformes en el barro.   
  Fue en la corte de Luis XIV que debían sus cortesanos presenciar cómo el rey defecaba y todos, una vez consumido el sofisticado hecho, aplaudían, a pesar de la desagradable acción y el fétido olor. Pero se acostumbraban… en un círculo en los qu…

Comentarios
Volver arriba